
Por Horacio Verbitsky
A cinco días de la normalización del Partido Justicialista, que consagrará la jefatura del ex presidente Néstor Kirchner, un inesperado desafío pone a prueba el liderazgo real del ex presidente. Proviene del gobernador de Mendoza, Celso Jaque, a quien nadie tomaba en cuenta. Sus alianzas y decisiones retrógradas en materia de seguridad, con la designación del comando Carlos Rico Tejeiro, entrenado por Mohamed Alí Seineldín para la desaparición de personas, comprometen la principal jugada estratégica de Kirchner: la redefinición del justicialismo como el partido de los derechos humanos y el ingreso a la Internacional Socialista. Mucho antes de lo que podía esperarse, se plantea así el debate acerca de qué es, qué puede ser y/o qué debe ser el Partido Justicialista en su séptima década de existencia y durante un gobierno que se declara de centro-izquierda o centro-progresista.