
Lo primero que se me vino al recuerdo, fue la tristeza que se podía percibir en el relato de cada uno de los familiares y amigos, con los que hable durante la ultima erupción.
Y no es para menos, si a menos de un año de la ultima erupción, y cuando los restos de cenizas se encuentran en cada rincón de las casas y campos del oeste de la provincia del Chubut, lo que puede verse incluso en estos días cuando uno mueve algún elemento o sacude montes o arboles.
Mientras esta fresca la tragedia de Tartagal, ahora se suma esta nueva preocupación den nuestra bendita Argentina...